13
Ene
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Cuestión de dignidad

Llegados al final de la primera vuelta de este año convulso en el Real Ávila creo que es necesario que todos hagamos reflexión y crítica sobre lo que está pasando. Al menos que lo intentemos, por mucho que moleste a algunos, que piensan que las críticas y el pesimismo están reñidas con el sentimiento por un club y un equipo, que en mi caso, como ya he dicho en numerosas ocasiones, forma parte de mi vida.

Criticar es analizar lo que ha pasado e intentar encontrar una solución. Posicionarse a favor del club y no ver más allá es borreguismo. No distinguir las causas por las que estamos aquí no deja de ser un ataque de miopía, un infantilismo que mi edad ya no me permite. Invocar continuamente el forofismo o el «ra, ra, ra» ya no vale, hay que profundizar y decir las cosas por su nombre, aunque eso conlleve estar o ser marcado, indicado con el dedo acusador al que esta ciudad tan acostumbrados nos tiene. Sinceramente, no me importa (podría decir algo así como que «me la suda» pero sería de mal gusto, así que no lo diré).

En todos mis años de socio nunca había visto al equipo en esta situación, salvo en las temporadas de descenso de segunda b a tercera. Ahora es mucho más que eso. Creo que es el descenso a los infiernos de la desaparición lo que nos jugamos en el campo de juego. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Quien haya seguido mis opiniones en el blog o en otros lugares siempre me habrá visto referirme a la cantera. Primera reflexión: ¿porqué no hay más jugadores abulenses en el Real Ávila? ¿No hay en la ciudad ni en la provincia jugadores similares o de igual o superior categoría a los numerosos fichajes foráneos del actual equipo? ¿Por qué prefieren jugar en otros equipos? Bien. Respuestas a todo no tengo, pero puestos a elucubrar habrá que empezar (si analizamos la situación actual) por el momento de configurar el equipo en agosto. Imaginemos la situación: un cuerpo técnico que había llevado al equipo al playoff, unos dirigentes nuevos que desconocen el fútbol de estos lares y que deciden apostar por el club, sacándolo adelante. Supongo que estos dirigentes se dirigirían a los técnicos buscando asesoramiento sobre hombres y nombres para la plantilla. Primer pullazo. Algunos jugadores no quieren jugar con ese técnico (cada uno aporta su razón, no valorable aquí), otros son rechazados por el mismo. Resultado: se van a otros equipos. Algunos muy cercanos. No se valora a los canteranos, ni del Real Ávila ni de otros clubes. ¿Quién no los valora? ¿Los nuevos dirigentes? ¿Los técnicos anteriores? Cada cual con su cruz lo lleve.

Alguien me ha comentado siempre que los chicos de Ávila piden bastante dinero por jugar en el Real Ávila y si no se lo dan, se marchan a otros clubes aunque sea sin cobrar (casos hay, no hay más que subir la Paramera). Pues bien, quizás convenga mirar hacia atrás, a un tiempo no tan lejano como la temporada pasada, y ver quién cobraba más y antes. Abulenses, pocos. Siempre los de fuera. Los chicos se hacen valer. Nada de que objetar. Aquí la mano izquierda vale su peso en oro. Nunca ha habido mano izquierda en este club. (como me decía un gran conocedor del futbol abulense: el Avila deja demasiados cadáveres por el camino)

Segunda reflexión: El técnico acepta los fichajes que los dirigentes tienen que realizar ante la falta de plantilla. Que sí, que deprisa y corriendo, que había que salir a competir, que vale, pero a los quince días de entrenamiento ya se va viendo que hay jugadores que no son para tercera división. Eso quien lo tiene que ver es el mister y su equipo técnico curtido en cien batallas. Y los dirigentes, que para eso se supone que saben de futbol. Entradas, salidas de jugadores. No hay gol. Fichas federativas, etc. Por eso cuando «presenta su dimisión» alguien todavía le defiende porque le han dado el equipo hecho y poco podía hacer. Me reservo la opinión, de facil deducción si atendemos a la primera reflexión. Sí que es cierto, y le descargo de cierta culpa, que hacer un equipo de una amalgama de jugadores de bajo perfil es bastante difícil.

Así las cosas nos plantamos en la última posición del campeonato. A siete puntos de la salvación. Técnico nuevo en un grupo como el nuestro, posiblemente desconocido para él, posiblemente asesorado por ¿cuerpo técnico? Más jugadores que entran, otros que salen. Sin juego, sin goles, sin esperanza. Con poco futuro. Tercera reflexión: ¿Si bajamos, muchas papeletas hay aunque queda toda una vuelta, los dirigentes actuales seguirán en el club? ¿Se estarán tirando de los pelos por haber entrado en esta ruina?

Alguien, que como yo, lleva mucho tiempo llevando la pasión futbolística en rojo y azul, dice continuamente que «así no se hace el Real Ávila». Y estoy de acuerdo con él. El Real Ávila debería construirse desde Ávila, y ya que la ciudad no aporta dinero para ello, quizás si aportaría jugadores si las cosas se hubieran hecho de otro modo, si la consideración hacia los mismos hubiera sido otra, si el ninguneo no hubiera estado merodeando por el Suárez Park durante años, años en los que se podía haber consolidado una cantera de jugadores abulenses capaz de defender los colores del equipo con dignidad. Esa dignidad que a veces se echa de menos.


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