14
Sep
07

Afición y peñas

En Ávila el futbol, como muchas otras cosas, gusta verlo sentadito en las gradas, comentando la jugada con el que está al lado, y en un alarde de profundización y hermanamiento, con los que están dos filas arriba o abajo. Vamos que no somos de los que tiramos cohetes ni animamos al equipo hasta que no meten un gol (triste paradoja, pues habría que animar cuando el equipo está mal, arrojando todo el ánimo sobre el césped).

Se da la curiosa coincidencia que cuando surgen grupos, casi todos «zambomberos», los aficionados reprimen a estos porque…hacen ruido…, si bien es verdad que estos chicos, generalmente muy jóvenes, no salen de dos o tres cánticos, pero coño, son cánticos de ánimo. Esto siempre se ha achacado a que la grada abulense ronda la jubilación o el acoso por derribo, que diría otro. Puede ser, si fuéramos matemáticos y hayáramos la media de edad del aficionado de culo pegado a la grada, estaríamos, sin duda, pasando el medio siglo.

Por tanto se nos junta el hambre con las ganas de comer, el poco afán bullanguero y la decrepitud en la edad de la grada. Así las cosas la idea de hacer una peña, como se propone desde otros foros, parecería imposible. Sin embargo eso no es así. Estamos acostumbrados a la peña del bombo, al soniquete inconfundible de ese armonioso instrumento, pero también lo estamos, en muchos casos y desafortunadamente por militar en tercera, a desplazarnos a las localidades cercanas (incluso lejanas, como contra el Norma el año pasado) cada uno en plan guerrillero.

Ahí es donde podría encajar la idea de fundar una peña, a la que me uno desde aqui, con el fin de viajar con el equipo, llevando los colores en nuestras camisetas y bufandas, conociendo otros sitios, unos, dandole al bombo, otros, más talluditos (es mi caso) a contemplar el maravilloso paisaje, aunque sea en tercera, que ofrece un partido de futbol.

No sé cuantos leerán esto, ni me importa siquiera, pero el próximo partido en casa, antes de que empiece el partido, al lado del bar, podíamos encontrarnos cuantos quisieran formar parte de ese grupo de gentes abulenses, a los que no les importaría salir de viaje los domingos siguiendo a su equipo. Aunaríamos la afición creando una peña y no daríamos la sensación de ir cada uno por un lado.


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